Antes de salir al monte, es crucial acostumbrarnos a planificar. Este será el primer paso para que nuestra actividad sea un éxito.
Tengas el nivel que tengas, para elegir bien tu ruta y planificarla correctamente, tendrás que fijarte en estos 3 factores:
Para encontrar una ruta adecuada, es importante mirar el mapa, pero también hay que tener en cuenta por dónde transcurre el recorrido, el desnivel que presenta o si existen puntos complicados de superar.
Ten en cuenta los kilómetros totales de la ruta y el tiempo estimado que nos llevará hacerla según nuestras capacidades. Trepar unas piedras o subir una cuesta muy pronunciada pueden ser sorpresas muy desagradables si tienes vértigo o no tienes preparación física suficiente.
Para definir bien tu ruta y no desorientarte, necesitas conocer la geografía de la zona, los puntos críticos del recorrido. Puedes usar mapas, guías de papel o hablar con gente de la zona. Si combinas estos elementos, tu ruta quedará impecable.
El tiempo que haga ese día formará parte de nuestra actividad de principio a fin. Afortunadamente, existen partes meteorológicos que nos contarán cómo nos va a recibir ese día y en ese lugar. No te olvides de chequearlos cuando hagas el plan, el día antes de salir y, sobre todo, el mismo día.
Para encontrar las mejores condiciones, hay que encontrar la mejor ventana meteorológica y, como parte del plan, definir a qué hora sales y a qué hora llegas.
En general, evitaremos la lluvia y el calor extremo, mala compañía para nuestra actividad. Y, digan lo que digan los partes, durante la ruta no perdemos de vista las señales que nos envía el cielo: cómo vienen las nubes, si aprieta el sol y si hace mucho viento.
Para elegir la ruta adecuada, ten en cuenta la compañía que llevas. Piensa qué aguante físico tienen, cuáles sus capacidades y sus intereses, porque no vamos a dejar a nadie atrás.
Si todo el grupo conoce el objetivo y las características de la ruta, podemos hablar antes de lo que nos preocupa, modificarla o avisar a los demás de nuestros puntos débiles. Después, será más fácil levantar la mano ante inseguridades, echar un ojo en momentos críticos o sugerir un descanso extra.
Ir sin compañía al monte no es buena idea, pero si lo haces, comparte tu plan y comunica tu hora de salida y de llegada con alguna persona de confianza.