Realizar ejercicio físico bajo el sol y el calor aumenta el riesgo de sufrir una insolación (efectos leves) o incluso un golpe de calor, convirtiéndose en nuestro peor enemigo durante nuestra salida de montaña porque puede tener efectos muy graves.
Ante la llegada del verano, es necesario conocer un poco más sobre este problema.
¿Qué es la insolación o golpe de calor?
Es un fallo que sufre nuestro cuerpo en la regulación de la temperatura como consecuencia de la exposición prolongada a ambientes calurosos.
La combinación de actividad física y calor hace que nuestra temperatura corporal aumente, lo que obliga a nuestro organismo a poner en marcha todo el sistema de “refrigeramiento” del que dispone. Sin embargo, cuando la temperatura del exterior es superior a la de nuestro cuerpo (36ºC), este sistema puede fallar.
En ese caso sufriremos un aumento de nuestra temperatura y una serie de síntomas que debemos saber reconocer porque en algunos casos (cuando nuestra temperatura es superior a 41ºC) las consecuencias pueden llegar a ser muy graves.
¿Cómo reconocer una insolación o golpe de calor? Estos son los posibles síntomas para identificarlo:
Deshidratación
Respiración rápida, ritmo cardiaco rápido y débil
Tensión baja, fatiga, debilidad, mareos que pueden desembocar en desorientación (en casos más graves)
Ausencia de sudor y enrojecimiento de la piel
Dolor de cabeza
Náuseas o vómitos
Calambres musculares
¿Cómo actuar?
Si vas por el monte y detectas que aparecen el inicio de estos síntomas es necesario actuar lo más rápido posible para que la situación no se agrave:
Buscar un lugar fresco a la sombra y para la marcha. Si no lo encontramos, lo fabricaremos con una manta térmica, toldo o similar.
Beber agua poco a poco (el agua no debe estar demasiado fría).
Intentar bajar la temperatura corporal de la persona aplicando compresas húmedas frescas en frente, axilas e ingles y abanicar.
En caso de no mejorar, pide ayuda médica.
Nunca fuerces a la persona afectada a continuar la marcha, ya que puede empeorar la situación.