Cuando planificas una actividad de montaña te estás poniendo un objetivo, aunque puede ser muy variado, siempre lo tendremos claro: completar un sendero circular, llegar hasta el nacimiento de un río, escalar una arista o corredor, coronar la cima de una montaña emblemática en invierno con esquís… cada persona y cada momento tienen los suyos.
Estos objetivos los planteas bajo unas condiciones óptimas o perfectas, pero a veces olvidas tener en cuenta los imprevistos que puedan surgir. En estos casos es cuando destaca una buena planificación, reflejándose en la definición de un plan b o alternativo.
¿Cuándo puedes necesitar un plan B?
Cuando alguna persona del grupo se lesiona.
Si sobre-estimas las capacidades del grupo.
Si te encuentras fuera del horario estimado.
Por razones externas que impiden que continues: variación de las condiciones del sendero, de las condiciones meteorológicas, estado del manto nivoso, etc.
Un plan B no es otra cosa que una idea alternativa que preparamos por si el plan inicial no funciona.
En montaña utilizarás el plan B, previamente planificado, si el plan principal no se puede llevar a cabo por la razón que sea.
Este plan alternativo no tiene por qué ser una versión “sencilla” del plan principal, también puede ser un recorrido más largo o más técnico que el que habíamos preparado y que lo llevemos a cabo si vemos que se da la situación adecuada de terreno, condiciones y grupo.
Ejemplo:
Hemos planificado esquiar una pendiente de nieve de 35º. Sin embargo, cuando el grupo llega a la pendiente, tanto la orientación como el estado de la nieve nos damos cuenta de que es poco conveniente. En ese caso elegiríamos una pala con una pendiente más moderada y una orientación idónea.
Muy ligado al plan B, se encuentra el concepto escape.
Un escape puede ser definido como una solución a una determinada situación.
En montaña más concretamente, se trata de una modificación del itinerario planificado al producirse un incidente no deseado y que requiera de una solución rápida, es decir, una salida rápida del lugar donde estás.
Se puede utilizar un escape en un sendero circular, en un collado cuando no se den las condiciones para continuar, en mitad de una arista o vía invernal, etc.
En definitiva, ambos conceptos, plan B y escape van de la mano y siempre han de ir ligados a tu planificación previa.